La gobernación de Romero Barceló, la Policía de P.R. y su impacto represivo en la Facultad de Ciencias Sociales y en los alrededores del Recinto en la década de 1970 y principios de 1980

                                                                                                                                              Viñeta del Cerro Maravilla 

Bajo la gobernación de Carlos Romero Barceló los salones de la Facultad de Ciencias Sociales, U.P.R.-R.P. se llenaron de policías encubiertos, informantes y chotas de todo tipo, fingiendo ser estudiantes y hasta siendo estudiantes (la administración sabía de esto), nos topamos con algunos de ellos en las clases y en los alrededores de la Universidad: González Malavé, Rocky, Eddie Otero Valcárcel (chota), Félix “Calabacita” (chota), Felipe, entre otros. Varios de estos nombres salieron en las carpetas conocidas más tarde públicamente.  También estuvieron tras varios profesores de la Facultad comprometidos con las luchas de nuestro pueblo, por ejemplo, en el curso de Samuel Silva Gotay de sociología nos metieron a Rocky en el salón, nos intimidó, lo denunciamos al Profesor y éste lo agradeció, lo anotó en el registro de asistencia en su “index card”, el agente lo notó y se enfureció.  Silva Gotay acababa de llegar de Cuba y posiblemente le estaban dando seguimiento.

“La represión para ser eficaz supone la infiltración”, pág. 295, El Huracán Rojo de Francia 1789 a Rusia 1917, Alejandro Horowicz, 2018. “Los aparatos de inteligencia disponen de dos métodos de trabajo combinado, la observación exterior y la infiltración”.  Para la policía Romerista todo estudiante del Recinto gallito (R.P) era un elemento sujeto a “chequeo” y había que “ponerle el ojo”.  Las organizaciones estudiantiles no solo eran foco de represión, cualquier estudiante de sociales con algún libro, por ejemplo: El Manifiesto Comunista, La Riqueza de las Naciones de Adam Smith o de cualquier texto de sociología era un potencial subversivo, posiblemente una bofetada o una patada te  ganabas si eras intervenido por éstos. También fabricaban casos frecuentemente si no te encontraban algún material ilegal.

Los infiltrados iban armados al salón o en sus maletines llevaban el arma, lo pudimos comprobar cuando le hicieron una maldad a uno de ellos le escondieron el maletín sin saber que era agente, se volvió violento y casi agrede a los estudiantes que le hicieron la broma, ese evento yo lo presencié.  El infiltrado para gozar de la confianza del Profesor y sus compañeros estudiantes finge ser un gran estudiante, comprometido por demás, pero para la época narrada siempre se le veía la pinta: el recorte, el fierro en el tobillo o cintura, la guayabera, las botas y fuertotes algunos.

Durante la gobernación de Romero Barceló la policía y varias de sus divisiones (Inteligencia, Drogas) se dedicaron a asaltar joyerías, extorsionar a comerciantes y al robo de autos de los intervenidos. Los autos los desaparecían cuando deberían ser confiscados o incautados, si era el caso, sin los debidos procesos de incautación del vehículo, de notificaciones, etc., estos autos no aparecían ni en los centros espiritistas, ese fue mi caso.

 

Además de asesinatos de sindicalistas (Caballero), los asesinatos de Maravilla y de Chagui Mari Pesquera, Carlos Muñiz Varela, de narcotraficantes, secuestros, etc., las mismas técnicas represivas puestas en prácticas en el cono sur latinoamericano (Chile, Uruguay y Argentina), claro, fueron adiestrados en las mismas escuelas o academias, las del FBI, Escuela Las Américas en Panamá, Fort Gulick, entre otras.   Se aliaron al terror blanco del exilio cubano, el trasiego de la cocaína y armas fueron promovidos en primera instancia por exiliados cubanos en P.R. y vinculados a miembros corruptos de la policía, como el Negro Andrades y Alejo Maldonado. Hoy podemos ver los estragos de este negocio en nuestra juventud (ver La Contrarrevolución Cubana en Puerto Rico y el caso de Carlos Muñíz Varela, autor Jesús Arboleya Cervera con Raúl Alzaga Manresa y Ricardo Fraga del Valle, Ediciones Callejón, 2016).

Para terminar, los alrededores del Recinto de Río Piedras fueron asolados por el Sargento Padró de la División de Drogas de Carolina quien abofeteaba, les quitaba los autos a los estudiantes y sus pertenencias, los cateaba, sino encontraba drogas los pateaba, les apuntaba con el M-16 y amagaba que les iba a disparar, le echaban drogas en los carros, entraba y salía de la Universidad y siempre se llevaba arrestado a algún estudiante, pobrecito estudiante que cayera en sus manos. Este Sargento fue un psicópata experto policial que por lo general andaba con dos agentes adicionales y un adicto o lumpen sometido a presión que realizaba en muchos casos el trabajo sucio, repartiéndose luego los agentes el botín. Estos agentes merodeaban desde Carolina hasta Río Piedras, la ciudad universitaria, en Santa Rita, en el Barrio Blondet, en Capetillo, en la Avenida Gándara.  En el Barrio Blondet detrás del Seminario Evangélico intervinieron con un conocido que tenía su cafetería en la U.P.R. y al no encontrarle dinero, ni nada ilegal le robaron una costosísima cadena, éste se resistió, pero lograron quitársela a punta de pistola, si señores con el arma de reglamento. Las joyerías que rodeaban la Librería La Tertulia fueron blanco de sus fechorías. El Sargento Padró fue uno de los responsables de haber dejado parapléjico objeto de una paliza al joven Gutierrez que se encontraba con su novia en el auto en el Barrio Barrazas de Carolina. El caso que fue muy comentado en la prensa y ganó una demanda millonaria, una más de las tantas de esa época por abusos policiacos. Fueron tantos los abusos cometidos por este agente que a los dos años de lo que les narro, el pueblo tomó la justicia en sus manos y le pasaron un auto varias veces por encima en el Barrio San Antón de Carolina. Señores, fueron agentes de la policía de Puerto Rico bajo el gobierno de Romero Barceló.

No olvidemos esta época histórica, hablémosle a nuestros hijos y nietos de los abusos cometidos, escribe sobre esta etapa represiva, Ferré y Barceló le dieron el visto bueno a la policía de Puerto Rico para cometer todo tipo de atropellos y abusos, denunciamos también a los que por propio conocimiento sabían y callaron, ojalá la conciencia no los deje dormir. QUE NO SE OLVIDE NUNCA.

 

 

 

 

 

 

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