La vigencia de Betances: pensamiento y obra

Escrito por Ángel Rodríguez León

Nota: Se publica con el permiso del autor.

Recuperado de publicación del MINH (Movimiento Independentista Nacional Hostosiano), miércoles, 5 de abril de 2023.

Mensaje ofrecido por Ángel Rodríguez León, copresidente del MINH, el 9 de abril de 2022 en Cabo Rojo, como parte de la 41 Jornada a Betances.

Es cualidad de quienes aman a su nación rendirle el debido respeto y homenaje a quienes la forjaron. En el caso de una nación bajo asedio, bajo ataque, como la nuestra, ese reconocimiento a las figuras grandes de nuestra Historia tiene el carácter de un acto de resistencia.

Por eso quiero comenzar reconociendo a los estudiosos y estudiosas del pensamiento y la vida de Betances que nos han permitido mantener la memoria histórica en torno al Padre de la Patria. A riesgo de omitir algunos nombres, debo mencionar a Félix Ojeda, su principal biógrafo contemporáneo, Francisco Moscoso, estudioso del Grito de Lares, a Liliana Cotto, que reconstruyó los pasos de Betances en el precioso proyecto La ruta de Betances, Ada Suárez Díaz y al compañero Alejandro Torres, autor de un número importante de artículos en los cuales analiza diversos aspectos del pensamiento betancino. El cineasta Tito Román nos ha regalado en el documental El Antillano un nuevo acercamiento a Betances. El francés Paul Estrade y el uruguayo Carlos Rama también merecen ser mencionados en esta lista. Sé que omito muchos nombres, pero el punto es que esa labor intelectual es el contrapeso de la amnesia colectiva que promueve la colonia. Igual que lo es esta Jornada que lleva ya 41 años rindiendo justo tributo a Betances.

Esta tarde quiero compartir algunas reflexiones sobre el pensamiento y el accionar político de Betances y sobre la vigencia de los mismos. Demos una mirada a los aspectos principales y fundamentales de su pensamiento político.

Independencia absoluta

El principal punto de su pensamiento político, por supuesto, es la independencia. El historiador francés Paul Estrade destaca el uso del adjetivo absoluta (independencia absoluta) que Betances utiliza con frecuencia al mencionar este ideal.[1] Con este énfasis, Betances deja claramente establecido su rechazo a cualquier tipo de arreglo intermedio, de tipo reformista o autonomista. Se distingue así claramente de quienes se conformaban con el reconocimiento por parte de España de ciertos derechos, todos mutilados sin el derecho colectivo supremo de la independencia. Le repetía a quienes albergaban esperanzas con respecto a la metrópoli que “España no puede dar lo que no tiene.” Es decir, la España monárquica y retrógrada no puede ofrecer las libertades republicanas a las que aspiraban los pueblos puertorriqueño y cubano.

Esta insistencia en la independencia absoluta es también una forma de salirle al paso a la posibilidad de anexión a Estados Unidos. Y es que en el movimiento independentista cubano y puertorriqueño había un sector cuya aspiración era cambiar el yugo español por el yugo yanqui. Buscaban, una vez se lograra la independencia de España, pedir admisión como estado de Estados Unidos. Desde 1851 Betances atacó esta posibilidad, lo cual nos da muestra de la claridad de su pensamiento político desde su juventud. La anexión sería la asfixia de las nacionalidades antillanas. ¡Que acertado estaba el caborrojeño!

Es, además, un rechazo a la posibilidad de un protectorado con Estados Unidos, que era una fórmula favorecida por algunos. Betances, como ampliaré en unos minutos, tuvo siempre una idea muy clara del peligro que representaba Estados Unidos para los mejores intereses de los pueblos antillanos.

En tercer lugar, como nos señala el ya citado historiador francés, su alusión a la independencia absoluta reflejaba su preocupación con el resultado en toda América Latina de independencias formales pero incompletas. Independencias en las cuales los pueblos latinoamericanos quedaban a merced de intereses extranjeros. [2] Independencia absoluta era, en este contexto, la que permitiera poner la soberanía en manos del pueblo.

Como sabemos, el Grito de Lares fue la más importante manifestación de las ansias de independencia absoluta frente a España en nuestro archipiélago. Pero esta, nuestra Revolución Puertorriqueña, como acertadamente la llama el historiador Francisco Moscoso, no fue la primera expresión independentista. Ya en 1811 se produce el levantamiento de San Germán, contemporáneo con otros estallidos independentistas de la región latinoamericana. Seguido por otro en 1823, vinculado a la figura de María de las Mercedes Barbudo, importante mujer a la cual deberíamos conocer más. En esa misma década, el General Antonio Valero de Bernabé desarrolló planes para incluir a Puerto Rico en la agenda del Libertador Simón Bolívar. Los hermanos Vizcarrondo planificaron varias acciones independentistas. Hasta los últimos años de dominio español, en 1897 y 1898, los pueblos de Yauco y Ciales, respectivamente, fueron testigos de levantamientos independentistas. A estos actos hay que añadir las rebeliones de personas esclavizadas que fueron frecuentes durante todo el siglo XIX. No, Puerto Rico no permaneció sumiso frente al colonialismo español, como no lo hemos estado frente al colonialismo yanqui.

Como nos comenta el compañero Alejandro Torres en uno de sus escritos, nuestra nacionalidad se forjó en el fragor de la lucha contra la dominación extranjera. [3] El Grito de Lares tiene la doble dimensión de ser expresión por excelencia de esa nacionalidad en busca de alcanzar su realización lógica, la independencia, y a la vez un hito que reafirma, que hace innegable la existencia de esa nacionalidad.

Parte de la importancia, de la grandeza, del Grito de Lares se debe a su representatividad social. En estudio llevado a cabo por la historiadora Olga Jiménez de Wagenheim en el cual examinó 490 casos de las personas encauzadas por las autoridades españolas, encontró que el 39% de esa muestra eran jornaleros, el 10% personas esclavizadas, 7% comerciantes y artesanos y 5% hacendados. Todos los sectores sociales estuvieron representados en proporciones similares a la composición social de la época.[4] Por otro lado, Moscoso ha encontrado evidencia que desmiente la visión de este movimiento como uno local, limitado a la zona centro-oeste. Sabemos que la fuerza principal de la conspiración independentista se encontraba en esta zona, pero había comités formados no solo en Lares, Mayagüez, Camuy, San Sebastián, Yauco, Añasco, Aguadilla, Aguada, San Germán y Cabo Rojo, sino también en Ponce y Juana Díaz, en Vega Baja, Quebradillas, Trujillo Bajo, Vieques y en la propia capital.[5]

El propio Betances, principal organizador y propulsor de esta gesta, la describirá, ya con la perspectiva del tiempo, en 1894, como: “el esfuerzo más alto de dignidad que se ha realizado en Puerto Rico en cuatro siglos de la más oprobiosa servidumbre, inscribiendo en su bandera la abolición de la esclavitud y la independencia.”[6]

Estas gestas del siglo XIX fueron retomadas por el independentismo del siglo XX y nos toca a nosotros y nosotras adelantarlas hoy.

Abolicionismo y anti-racismo

En cuanto a otro punto fundamental de su ideario, la abolición de la esclavitud, a Betances lo podemos considerar un abolicionista radical. Esto por sus profundas convicciones morales, pero también por su entendimiento de la vinculación entre las instituciones del colonialismo y la esclavitud. Para él, la libertad como ideal supremo es para todos los seres humanos. Y esta se manifiesta por igual en la independencia política para Puerto Rico y Cuba como en la liberación de las cadenas para las personas esclavizadas. La abolición a la que aspiraba era sin condiciones de ningún tipo. Como sabemos, no solo argumentó contra la infame institución, sino que tomó medidas concretas para, mientras se lograra la abolición, liberar al mayor número de niños y niñas esclavizadas.

Por otro lado, recordemos que no todo abolicionista en el siglo XIX defendió la igualdad racial. Abolicionismo y antirracismo no son necesariamente lo mismo. Cuando examinamos, por ejemplo, el pensamiento de los abolicionistas de Estados Unidos, identificamos un sector que basa su oposición a la esclavitud precisamente sobre argumentos que inferiorizaban a las personas negras. Esto es así incluso en Lincoln, a quien la historiografía oficial yanqui ha pretendido canonizar.

Betances, en cambio, puertorriqueño afrodescendiente, sí asume una postura antirracista. En 1882, tras expresiones racistas en contra de Haití por parte de un periodista francés en la prensa de ese país provocaron una airada reacción por parte de jóvenes intelectuales haitianos. Como era conocida la posición firme del Doctor Betances sobre ese tema, le pidieron que prologara el documento que recogía estas reacciones. Entre otras cosas, Betances en ese prólogo afirma, sobre las palabras racistas del periodista: “nos indignaríamos de sus insultos, si no estuviéramos más dispuestos a reírnos de su ignorancia.” También puso en contexto la difícil situación haitiana tras el asedio de las potencias colonialistas tras su doble gesta anticolonial y antiesclavista.[7]

En su conocida carta a su hermana Demetria, se reafirma en varias ocasiones como “prieto”, hace referencia a la sangre africana de los Betances y resume con las siguientes palabras: “Queda, pues, bien entendido, que somos prietuzcos, y no lo negamos.” [8]

Solidaridad y antillanismo

Betances fue un internacionalista cabal. En sus últimos años, radicado definitivamente en París, era frecuentado por luchadores de la propia Francia, España e Italia. Logró establecer vínculos con el movimiento revolucionario filipino, que también luchaba contra la opresión española. Sorprende la visión de conjunto que tenía de la política internacional de su tiempo y la comprensión de la correlación de fuerzas en el mundo.

Pero, sin duda, era con sus Antillas con las que más unido se sentía. La solidaridad antillana se manifiesta en todo su trabajo político. Ya hemos visto la defensa que hacía de la causa haitiana. Y era un estudioso de los procesos históricos de esa nación y de sus grandes figuras. Como parte de su largo exilio, estuvo radicado en este país.

A la República Dominicana, la tierra de su padre, la sentía también como suya, y así lo expresaba. Vivió en ella en tres ocasiones y allí fundó el Comité Revolucionario de Puerto Rico, previo al Grito de Lares, en cuyas filas figuraban dominicanos solidarios. El uruguayo Carlos Rama señala el vínculo de Betances con los dominicanos que luchaban contra quienes querían anexar el hermano país a Estados Unidos. [9] Y es bien conocido su trabajo junto a Luperón.

Este antillanismo betancino se manifestó de forma tremendamente consistente con respecto a Cuba. Y es que, para Betances, las luchas de los últimos dos pueblos de América sometidos al colonialismo español luego de las guerras de independencia latinoamericanas era una sola lucha. Esta solidaridad activa fue desde conseguir armas, dinero, medicinas y soldados para la guerra de independencia cubana, hasta su consistente labor de propaganda en la prensa de europea y estadounidense. En sus últimos años, era el representante oficial en Francia de la Cuba en armas.

Llegado este punto, se hace necesario señalar a la Confederación de las Antillas. Ese proyecto de crear un solo estado cuando las aún colonias antillanas se pudieran unir, en libertad, a las ya independizadas. Esta idea era defendida por las mentes más claras del antillanismo, como, además del propio Betances, Martí, Hostos, Luperón y Máximo Gómez. La formación de este Estado confederativo y plurinacional se basaba a la vez en una profunda solidaridad antillana y en la comprensión de la necesidad de defensa mutua. Al referirse a la Confederación, Betances señala que es una idea: “Que nos dictan a la vez nuestro interés y nuestro corazón, la inteligencia más generosa y el más egoísta instinto de conservación.”[10] Y es que la guerra de despojo de Estados Unidos contra México (1846-1848), la ocupación española de República Dominicana de 1863 a 1865 y la injerencia de las potencias europeas en los asuntos internos de muchas repúblicas latinoamericanas hacían a estos patriotas entender que la independencia, una vez obtenida, debía ser defendida permanentemente. La unión de las Antillas era, pues, un proyecto anti-imperialista, lo cual nos lleva al último punto que quiero mencionar sobre el ideario político de Betances.

Anti-imperialismo

Varios estudiosos han señalado a José Martí y a Ramón Emeterio Betances como las figuras que más clara y ampliamente entendieron el peligro que representaba para las posibilidades de independencia absoluta de las Antillas la expansión imperialista de Estados Unidos. La alusión martiana a “las entrañas del monstruo” en las cuales vivió y la distinción tajante que hace entre la América anglo-sajona y Nuestra América, son base para esta visión en el apóstol cubano.

Ambos desarrollan, producto del análisis histórico y político, una fuerte desconfianza con respecto a la política exterior estadounidense. En el caso de Betances, desde la década de 1850 rechazaba que se recurriera a la ayuda del país del Norte para la independencia de las Antillas. La guerra en la cual Estados Unidos despojó a México de más de la mitad de su territorio entre 1846 y 1848 eran muestra más que suficiente de los principios de la política yanqui ante América Latina y el Caribe.

Enfatizando la necesidad de que las Antillas encontráramos nuestro propio camino político, nuestra propia forma de organización, expuso en más de una ocasión la metáfora de que “no crece la palma en la tierra del manzano y perece el manzano en la tierra de la palma.” En 1898 advierte sobre el absurdo que sería cambiar “yugo por yugo.”[11] Ese anti-imperialismo que en las siguientes décadas tendría a representantes tan importantes como Sandino en Nicaragua, tuvieron ya en Martí y Betances unos claros precursores.

Práctica política

Ya para ir cerrando, señalo algunos aspectos de su accionar político. Martí dijo sobre Betances: “Son pocos los hombres en quienes, como él, el pensamiento va acompañado de la acción, la superioridad del desinterés y el mérito extraordinario de la mansa modestia.”[12] Esas son palabras de alguien que lo respetaba y admiraba. Pero podemos escuchar al gobernador español de Puerto Rico en 1869, que lo describía en un informe oficial como “hombre resuelto, republicano decidido, de espíritu inquieto.”[13]

Y es que, efectivamente, sorprende la capacidad de trabajo consistente, constante, del Antillano. Cincuenta años de trabajo revolucionario, desde su juventud hasta la muerte, así lo consignan. Cincuenta años de conspirar, de reunirse, de conseguir armas, medicinas y reclutar personas para la causa revolucionaria. Moviéndose entre el Caribe, Venezuela, Nueva York, Francia, acudiendo donde fuera necesario, según las circunstancias. Cincuenta años poniendo su pluma al servicio de la batalla de las ideas. Innumerables cartas y artículos de prensa (de las cuales no sabemos cuántos no han sido aún identificadas o cuántas se han perdido para siempre) a favor de la abolición de la esclavitud, de la independencia de Cuba y Puerto Rico, contra las monarquías, en defensa de Haití… y tantos otros temas que le permitieran adelantar las causas de la justicia y la libertad.

También cincuenta años de trabajo organizado. Participó de partidos, organizaciones y comités fundadas por él o por otros. No era un luchador en solitario. A pesar de sus grandes dotes personales, sabía que las causas políticas se adelantan en colectivo. En este aspecto de su trabajo político, su condición de masón fue fundamental. La masonería fue, coinciden varios autores, entre ellos Alejandro Torres[14], pieza clave de su sentido de disciplina organizativa, además de que le proveyó importantes contactos y redes que puso al servicio de la causa. Como masón, tenía un elevado sentido de sus deberes para con los compañeros y compañeras de lucha. Por eso la atención a los prisioneros políticos era de vital importancia para él, así como la atención a compañeros y compañeras en necesidad, como lo atestiguan las bases constitutivas del Comité Revolucionario fundado en 1868 en República Dominicana.

Por último, Betances nos deja el legado y ejemplo de una actividad revolucionaria basada en un análisis minucioso y profundo; en el estudio constante de la historia, la política, la sociedad y hasta de la condición humana. Cada coyuntura merecía ser examinada para tomar los pasos más acertados.

Betances hoy

¿Por qué vale la pena mirar hacia Betances hoy? Pues porque a la altura del 2022 no hemos resuelto el problema colonial. La colonia nos ha traído a la crisis actual, al estancamiento, a la quiebra y sigue siendo tan indigna como ayer. A partir de 2016 nos restriegan en la cara la indignidad de la colonia, con la Junta dictatorial y la ley cínicamente llamada “PROMESA”. La anexión se sigue erigiendo como peligro para la nación. La independencia, independencia absoluta, sigue siendo hoy la salida al problema colonial. Pero tenemos que asegurarnos de construir una independencia que ponga el poder en manos del pueblo, que nos permita la construcción de una sociedad más justa, solidaria y racional, con la equidad como norte. Equidad para mujeres, para afrodescendientes y para la comunidad LGBTTQ.

Sigamos, como sé que lo hacemos, cultivando la solidaridad internacional y, especialmente, latinoamericana y caribeña. Una solidaridad que es en dos vías: la que recibimos y la que ofrecemos. Con alegría decimos que hoy la solidaridad entre los hijos e hijas de Martí y los hijos e hijas de Betances sigue viva. Seguimos siendo pueblos hermanos, seguimos siendo, como dijo Lola “de un pájaro las dos alas.” Continuemos solidarios y solidarias con todos los pueblos que, en Nuestra América, buscan trascender la mera independencia formal. En este momento eso significa pararse de frente ante el poder imperial yanqui, como lo hace Cuba, Venezuela, Nicaragua y Bolivia. Apoyemos otros procesos y esfuerzos esperanzadores que van forjándose en Nuestra América, siempre bajo ataque enemigo.

Honrar a Betances hoy implica no parar en el trabajo consistente, comprendiendo que la lucha es larga y que somos un eslabón de una larga cadena; trabajo organizado, que multiplica nuestras fuerzas y capacidades; y proseguir la lucha basada en el estudio, análisis, comprensión de las situaciones actuales. No hay atajos, compañeras y compañeros, para lograr la victoria.

Algún día vendremos a este Cabo Rojo y le presentaremos al Padre la Patria el fruto del trabajo de generaciones: la Independencia de Puerto Rico.

¡Que viva Betances!

¡Que viva Puerto Rico libre!

Referencias:

Bonafoux, Luis. Betances. San Juan: Instituto de Cultura Puertorriqueña,

1970.

Movimiento Independentista Nacional Hostosiano. MINH Documentos:

Betances. Vol. I, Núm. 2, marzo 2022.

Moscoso, Francisco. La Revolución Puertorriqueña de 1868: El Grito

de Lares. San Juan: Cuadernos del Instituto de Cultura, 2003.

Puertorriqueña, 200

Ojeda Reyes, Félix y Paul Estrade (editores). Pasión por la Libertad. San

Juan: Editorial de la Universidad de Puerto Rico, Instituto de Estudios

del Caribe, 2000.

Rama, Carlos M. (editor). Las Antillas para los Antillanos. San Juan:

Instituto de Cultura Puertorriqueña, 1975.

Torres Rivera, Alejandro. Ramón Emeterio Betances en el ideario de la

formación de la nacionalidad puertorriqueña, 2007. Recuperado de:

[1] Estrade, Paul. El heraldo de la “independencia absoluta” en Félix Ojeda Reyes y Paul Estrade (editores) Pasión por la libertad. San Juan: Editorial de la Universidad de Puerto Rico, Instituto de Estudios del Caribe, 2000.

[2] Estrade. El heraldo. Op cit.

[3] Torres Rivera, Alejandro. Ramón Emeterio Betances en el ideario de la formación de la nacionalidad puertorriqueña, 2007. Recuperado de: https://es.calameo.com/read/0003475950a700bff4c3a

[4] Jiménez de Wagenheim Olga. El Grito de Lares, sus hombres y sus causas. San Juan: Editorial Huracán, 1985. Citado en Torres Rivera, Op Cit.

[5] Francisco Moscoso. La Revolución Puertorriqueña de 1898: El Grito de Lares. San Juan: Cuadernos de Cultura del ICP, 2003.

[6] Ramón Emeterio Betances. Patria. 25 de agosto de 1994, Año III, núm. 126. Citado en Torres Rivera, Op. Cit.

[7] Carlos M. Rama (editor). Las Antillas para los Antillanos. San Juan: Instituto de Cultura Puertorriqueña, 1975.

[8] Luis Bonafoux. Betances, San Juan: Instituto de Cultura Puertorriqueña, 1970.

[9] Rama, Op. Cit.

[10] Rama, Op. Cit.

[11] Estrade. El heraldo, Op. Cit.

[12] Quesada Monge, Rodrigo. El antiimperialismo a la luz de los héroes del 98: Martí, Hostos, Betances y Sandino. Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes. Recuperado de: https://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/el-antiimperialismo-a-la-luz-de-los-heroes-del-98-marti-hostos-betances-y-sandino/html/af829ae8-6677-4f53-b570-1c31ec25c416_2.html

[13] Estrade. El heraldo, Op. Cit.

[14] Torres Rivera, Op. Cit.

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