Al amanecer caminó varios kilómetros hasta llegar a Colonia Fortuna, esperó al terrateniente cerca de la casa abandonada donde los macheteros de la Central Aguirre se escapaban del sol, varios machetazos fueron suficientes para vengar los abusos cometidos contra tres jovencitas de la comarca, el tercer golpe fue tan certero, que la cabeza quedó desprendida del resto del cuerpo.
Tiró el machete ensangrentado y se marchó.