Que me diga querido padre, querido hermano, querido amigo, ¿cómo estás mijo?
Que salga de tu mano callosa, sudada o fría como el hielo.
Que me preguntes de mi salud y de mis achaques.
Que si recibí lo que me mandaste.
Que cómo están mis padres, si enfermos o murieron.
Que si soy abuelo o lo seré.
Que cómo me dejó el Huracán María, los temblores y cómo me enfrento al virus.
Que me preguntes qué libro estoy leyendo y me digas lo que tú también estás leyendo.
Quiero saber si te recuperaste de la operación o si la pierna te sigue molestando.
Que me digas que todavía sigues luchando, que no salimos a la calle pero apoyamos los procesos y aunque los años y la vitalidad nos empiezan a faltar, pero no las ansias de libertad.
Que me dejes saber que todavía cuentas conmigo y que me extrañas de verdad.
Que tu mano me exprese la falta que nos hemos hecho y que me quieres abrazar.
Porque el texto en el celular huele a metal, pero la carta a mano huele a ti.
Te contestaré en una hecha a mano para ti.